A pesar de su corta edad, Javiera decidió emprender y fundar “Gran Sazón”, negocio que se dedica a la venta de especias.
Para muchos el amor por la cocina se inicia desde la niñez, y perdura con el pasar de los años. Ejemplo de ello, es Javiera Díaz, oriunda de Rancagua y estudiante de Administración de Artes Culinarias y Servicios. “Cocino desde que tengo seis años gracias a mi madre. Me encantaba comer, y cómo vivía en el campo todo estaba lejos, así que cuando me daban ganas de comer alfajores, por ejemplo, los preparaba yo”.
Javiera se define como una persona “perseverante y llevada a sus ideas”, pensamiento que la ha hecho escalar alto en su corta trayectoria profesional. A la fecha, la joven que se encuentra ad portas de titularse, creó en 2016 su propio emprendimiento junto a su socio y pololo, Cristián Alfaro, “Gran Sazón”.
El camino hacia el emprendimiento
“Fue un trabajo que se dio de forma espontánea, no fue algo planeado. Estaba estudiando en ese tiempo y con mi pareja teníamos muchas ganas de emprender, sentimos la corazonada, no lo dudamos y lo hicimos”.
Solo dos meses tardaron en planificarlo: las recetas, la marca y lo que íbamos hacer. “Pensamos en hartas ideas, y por esas casualidades de la vida, una amiga que había estado de viaje trajo especias, y decidimos que esto hacía falta en Chile”.
Así fue como nació “Gran Sazón”, emprendimiento que elabora mezclas de diferentes especias, y que posee dos líneas de condimentos. La primera, “Sabores del Mundo”, es una apuesta clásica que alberga diferentes recetas de otros países, como los “blend” de la India y de Francia. “Son recetas fieles a su país de origen”.
Por la otra vereda, están los “blend” de autor, que se dividen en dos variedades: ensaladas y mariscos. “Son creaciones de nosotros que nacen de nuestros propios gustos personales”.
Además de los “blend”, Gran Sazón también comercializa “sales de mar” en dos variedades: una saborizada con vino carmenere y romero; la segunda, con vino sauvignon blanc, orégano y perejil.
Elaboración artesanal
Gracias a que su familia vive en Requínoa, Javiera cuenta que tiene acceso a “yerbas que tenemos acá en nuestra casa, las cosechamos y secamos. El laurel, perejil, orégano y romero crecen en estos campos; mientras que las otras especias, las compramos a granel y las molemos en un taller que se encuentra habilitado en nuestra casa y que fue especialmente diseñado para ello”.
“Este es un trabajo a mano que se hace de manera natural. No buscamos realizar una gran cantidad de pedidos, solo el necesario. Producimos constantemente para mantener el producto lo más fresco posible”.
“Lo que buscamos con Gran Sazón es que la gente cuide su salud, y se encuentra dirigido para todo tipo de públicos. Desde el que no sabe cocinar y quiere dar mayor a sus preparaciones, hasta los que aman la comida, saben de sabores y buscan generar nuevas experiencias”.
Su comercialización se realiza principalmente por internet. “Participamos de muchas ferias en diferentes regiones, y el recibimiento ha sido súper bueno porque en general a la gente le ha gustado”.
Al ser consultada sobre si existe algún atajo para lograr emprender, Javiera es enfática en señalar que, “hay que darle al miedo el lugar que tiene, pero que no se apodere de todo. Más importante aún es pedir ayuda cuando es necesario, uno no puede creer que se las sabe todas”.
Sobre Javiera
Javiera estudió Administración de Empresas”; sin embargo, su cariño por la cocina la hizo replantearse su elección profesional. “No se me hizo difícil la carrera; pero en vez de estudiar, me ponía a cocinar. Una amiga me dijo, ¿Por qué no estudiaba gastronomía? Se lo comenté a mis papás, me apoyaron y me matriculé”.
“Opté por Culinary porque los conocí en cuarto medio por una amiga. Comencé a “googlearlo” y me gustó que las clases fuesen personalizadas, buscaba eso, cercanía con los profesores y sentirme valorada como persona”.